domingo, 30 de enero de 2011

Déjame entrar

Déjame entrar (let me in, Matt Reeves, EUA, 2010 y también Låt den rätte komma in, Thomas Alfredson, Suecia, 2008) es una película de horror, de vampiros. Las dos versiones la estadounidense y la sueca son virtualmente iguales, así que me voy a referir al "Let me in" hollywoodense.

Uno de los pósters propuestos (creo que no se usó), a pesar que la película es buena, los gringuitos usaron el escudo "director de CLOVERFIELD" para usarlo como gancho comercial. La mercadotecnia ante todo.

En mi post "Los vampiros y el lugar común" comenté sobre cómo se han ido generando cambios en los arquetipos vampíricos, cómo es que se ve, cómo actua, dónde vive (esteee..., perdón, dónde mora) y sus historias que evolucionaron desde "el vampiro vs los buenos" hasta historias exóticas y originales como "The Hunger" y "Cronos". Comentaba yo que más que un lugar común, el tema de los vampiros es un reto y una herramienta para los autores que abordan esta temática. La película "Déjame entrar" es un excelente ejemplo de esto.

Además de la originalidad, me llamó mucho la atención el que en la historia se manejara uno de los aspectos artísticos que mencioné en mi post sobre "Star Wars Episodio IV: Una Nueva Esperanza". Es sorprendente la escena donde la vampiro Abby (Chloë Grace Moretz) mata al detective de policía (Elias Koteas); uno siente una cierta empatía por Abby, a pesar de que está asesinando cruelmente y a sangre fría a un hombre que -en la trama de la película, obviamente- no muestra ser tonto ni antipático ni nada. Abby tiene aspecto de niñita dulce y buena, pero es un vampiro, un monstruo salvaje e indefinido, mata gente salvajemente sin remordimiento ni arrepentimientos ni nada. El detective de policía es un hombre lógico que simplemente está haciendo su trabajo y lo está haciendo bien.
La diferencia es que Abby muestra un rango de emociones con las que uno se identifica. El detective de policía es simplemente alguien lógico y concienzudo. Abby logra la identificación emocional famosa de la que hablaba y por eso logra ser un personaje empático. A pesar de que el personaje del detective de policía está bien delineado y se comporta como se supone que debe comportarse un investigador, no muestra emociones: ni felicidad, ni miedo ni tristeza ni nada; no se sincroniza emocionalmente y cuando muere a manos de Abby, nosotros como espectadores sentimos que se elimina un personaje de la trama a favor de los personajes principales que logran el objetivo de ser más empáticos y entrañables.

Se puede consultar una muy buena reseña de la trama de la película en wikipedia.

Otro aspecto que destaca mucho es la personalidad del vampiro presentado de forma clásica: como un monstruo, salvaje y anárquico, muy alejado de los estereotipos actuales donde los vampiros son juveniles, fuertes y lozanos, además de su aspecto de galanes/muñequitas de hollywood con una palidez bastante romántica, ojitos pajaritos y un aspecto donde parece que beben sangre con cucharita y popote.
Abby es un monstruo, y ella misma lo reconoce cuando su amigo Owen (Kodi Smit-McPhee) le pregunta ¿qué eres?, ella contesta "no lo sé". Se supone que un vampiro es una especie de sombra, algo no humano, no muerto; incluso como vampiro, el personaje de Abby presenta un aspecto sutil e interesante: empieza a demostrar sentimientos humanos, amistad, cortesía, lealtad, comprensión..., pero en varios momentos vemos como Abby recibe el afecto del humano Owen (en algunas escenas la abraza) y ella no responde; pudiera ser que no reaccionara por la sorpresa o algo así, pero también existe la posibilidad de que ella estuviera meramente manipulando a Owen, que no posea sentimientos humanos y solamente esté manipulando todo lo que pueda para lograr su objetivo.
Como toda buena obra artística, está abierta a interpretación. Quizás ese fue el concepto que se le trató de manejar a la comercialización de la película al principio: una vampiro (la llamo "vampiro" y no "vampiresa" porque en español "vampiresa" tiene un matiz..., digamos, demasiado sexy para la apariencia del personaje de Abby) que esparce su maldición a su víctima humana. Es muy bueno que este equipo de producción no se haya dejado seducir por la mercadotecnia; tal como señala la crítica de cinefagia, la historia es más bien un relato de sucesos humanos, un drama del mundo moderno acerca de la soledad preadolescente y cómo puede verse atrapado en medio de fuerzas que no entiende por tratar de huir de su situación desesperanzada. Y el póster que finalmente se lanzó para la película maneja esta idea tan abstracta, apoyada por la historia de la vampiro Abby:



Vampiresco inge y los desesperanzados malditos.
Meshiko-Tenochtitlan  30.1.11
-------------------   FIN DE TRASMISIÓN  ---------------------

1 comentario:

X dijo...

Virtualemente iguales? Pues si y no. Son muy similares, y técnicamente la americana está mejor hecha que la original, pero a mi me ha gustado muchísimo más la original. El niño resulta más sdimpático y, emocionalmente, se siente distinta...