Buen mes, analistas políticos de Ferengi
Es posible que alguno se pregunte sobre qué lógica siguen estos textos sobre comics, sobre su relación con las décadas y el porqué estas décadas no van en orden cronológico ascendente... Sólo puedo responder a la tercera cuestión: se me van ocurriendo y no tengo un plan fijo... el problema es que el siglo XX tuvo diez décadas, y la idea es que estos artículos sean mensuales. Un año tiene doce meses, así que me faltan dos décadas... Y ahí es dónde tendremos realmente que utilizar el ingenio.
¿Qué pasó en los años 70 que no hubiera pasado antes? Que por fin quedó claro quién era el mejor dibujante de historietas cómicas del orbe: Francisco Ibáñez Talavera. Autor de sobras conocido, por su serie Mortadelo y Filemón, sobre dos agentes secretos/detectives de una agencia secreta llamada la TIA (Técnicos de Investigación Aeroterráquea), es desde 1969 cuando comienzan a tener una serie de aventuras llamadas largas, serializadas en la revista que lleva el nombre de uno de sus personajes, Mortadelo (un tipo alto como una longaniza o mortadela negra, capaz de disfrazarse de cualquier cosa en un instante). Brevemente habían aparecido en la revista Gran Pulgarcito, que debía haber sido la sucesora de la tradicional Pulgarcito, donde estos personajes se dieron a conocer, y cuyo formato espectacular emulaba a las revistas francobelgas como Pilote o Spirou, así como el estilo de dibujo.
De hecho, siempre surge la polémica sobre la excesiva semejanza en guión, dibujo e ideas de personajes de Ibáñez con los de Franquin, sobretodo con la serie Gaston Lagaffe, cuyos guiones pasarán íntegros a historietas de una página de Mortadelo y Filemón, Agencia de Información (a finales de los años 60), y las características del protagonista -un tipo inútil que vaga por una oficina- pasará al personaje El Botones Sacarino (vestido como Spirou, o como el autor cuando era botones en un banco, a elegir).
Conforme avanza la década de los años setenta, y avanza muy rápido en lo que a Mortadelo y Filemón se refiere, debida la gran producción de historietas, la influencia vulgo plagio de Franquin desaparece, y nos queda un Ibáñez suelto con su estilo de dibujo y guión. Guiones basados en el gag por el gag, el chiste por el chiste, repletos de juegos de palabras, y con un dibujo a veces preciosista, lleno de detalles, llevando al máximo algo que un observador ya vería en sus historietas de los años 60 o incluso finales de los 50 (Mortadelo y Filemón aparecen en 1958, pero es que Ibáñez ya dibujaba antes, en un material hoy en día prácticamente desaparecido).
La otra polémica sobre Ibáñez sí que surge durante los años 70, o mejor dicho, surgen las causas: la amplísima producción desemboca, ya en 1971-1972, en montones de historietas entintadas por entintadores no acreditados, y aún más, en historietas completas de guión, lápiz y dibujo desconocidos (a veces, sí se indica el guionista, como José María Casanovas o Ramon Casanyes -también dibujante de sus mortadelos-). Se les llamará "los negros de Ibáñez". En realidad, "los negros de Bruguera" (la editorial), un taller montado en la propia editorial para rellenar de páginas las revistas. Se hará con series de varios autores, pero es evidente que la palma se la llevan los personajes de Ibáñez, con desconocimiento de éste, o con su oposición no aceptada.
No entro a hablar de los años 80 ni 90. Estamos en los 70.
Pero los años 70 nos mostrarán a un Ibáñez en todo su esplendor, con historietas antológicas de la serie de Mortadelo y Filemón... y además, nos traerá la llamada Colección Olé, comenzada en 1971, que recopilará historietas de varios personajes en tomos monográficos (esto es, dedicados a uno de ellos, a lo sumo, dos o tres personajes). Aunque la mayoría de coleccionesole serán de Mortadelo y Filemón o de Zipi y Zape (serie de dos hermanos gemelos con fama de traviesos, del dibujante Escobar), también se podrán ver algunos tomitos dedicados a El Botones Sacarino o a Pepe Gotera y Otilio, otras series de Ibáñez. En estos tomos, los lectores de los años 70 y 80, verán historietas de los años 60, y no sólo contemporáneas, no sólo de los 70. Parece una tontería, pero es un hito: en los 70 podían ver los 60. No en todos los sitios y no siempre ha sucedido eso... casi hoy.
Y es en esas historietas de mediados de los 70 donde se ve el germen de lo que luego vendría, al disponer de más páginas, de viñetas más grandes o de más espacio para explicar cosas.
Voy a poner un par de imágenes de El Botones Sacarino, Colección Olé número 68 (publicado por Editorial Bruguera el 04/12/1978). Son historietas que, por fecharlas de algún modo, irían entre 1968 y 1973. Es la etapa en la que apenas falta un empujoncito editorial para convertir a Mortadelo y Filemón o a cualquier otra serie de Ibáñez en el mayor éxito editorial español, tal vez por delante del Quijote (y, al menos, la mayoría de sus compradores de Mortadelo lo han leído, cosa que no se puede decir del otro). Editorial Bruguera, como luego Ediciones B-Grupo Zeta, editores de esta serie, se sostienen básicamente sobre las ventas de Mortadelo y Filemón. De ahí escama lo poco que se habla sobre su autor, en relación a sus ventas.
Os pongo estas páginas por varias razones.
1.-Para que no digáis que el tipo pelmazo ese nunca pone imágenes.
2.-Para que el que no lo hubiera tenido antes, tenga un primer contacto con el estilo de humor de las series de Ibáñez, así como con el estilo de dibujo.
3.-Sobretodo, he seleccionado las páginas porque tal vez Ibáñez sea el autor que mejor ha comprendido la importancia de las líneas cinéticas y del sentido del movimiento en las historietas. Ya Hergé pedía que los personajes corrieran y saltaran. Ibáñez aún va más allá: todo objeto animado o inanimado es susceptible de convertir su energía potencial en energía cinética en cualquier momento. La causa inicial de todo ello es la capacidad cómica que del movimiento se desprenda.
4.-Y también lo pongo para lanzar la reflexión de por qué frecuentemente, y me temo que más en la actualidad que antaño, se pierden las líneas cinéticas y otros recursos estilísticos del comic. Son lo que lo distinguen de otros medios de expresión y comunicación. Tal vez sea esa una explicación: eliminando las líneas cinéticas, una viñeta es más un fotograma. También se está abusando -slice of life o tebeos gafapas- de algo que tenía sentido en las tiras cómicas (Mafalda, Peanuts, Garfield) y que era la falta de movimiento como recurso para narrar el paso del tiempo, el cambio (o el no cambio) de estado mental o de opinión, etc. Se abusa de ello, repito, y aburre mucho. Mientras escribo esto, tecleo, miro, muevo la cabeza, hablo con alguien, me rasco el hombro, la mano, la cabeza, soplo, resoplo... y se supone que estoy en reposo, así pues, el movimiento existe en mil formas... y hoy, en los tebeos lleva camino de abandonarse.
En el mundo de las viñetas ha habido tradicionalmente la estúpida tendencia de eliminar movimiento, líneas cinéticas o incluso la sensación de movimiento por la imagen (una persona caminando, con una pierna más avanzada que la otra). Se ha hecho sobretodo cuando el dibujo ha sido realista o suprarrealista, y cuando el guión ha querido ser serio, o muy "para adultos". Ha sucedido incluso en series veneradas. Ridículo. Los niños del parque se mueven, pero también lo hacen las abuelas que los vigilan. Y, si las edades medias no están en ese parque es porque se han movido o están en movimiento, hacia o desde el lugar de trabajo. Hay movimiento. Y no entiendo que no se represente.
Con las onomatopeyas pasa algo parecido... no estarán escritas en el aire, pero yo oigo ruidos que no me cuesta identificar con las onomatopeyas de las historietas.
Pues bien, onomatopeyas o líneas cinéticas, el que tal vez sea el dibujante que mejor comprendió los recursos estilísticos, narrativos y gráficos del medio, y el que mejor los utilizó, Ibáñez, nos dejó algunas páginas donde nos daba su versión del movimiento.
En el siglo XVIII, hubo científicos que intentaron crear la máquina del movimiento continuo. No lo consiguieron.
Pero en el siglo XX Ibáñez sí que lo consiguió: puso unos dibujos que, abiertos muchos años después, siguen en movimiento.
Esta serie del botones Sacarino sucede en una localización tan sedentaria como una oficina, unos despachos. No estamos en el Lejano Oeste, ni conduciendo bólidos. De ahí que el movimiento extremo aún parezca más chocante.
No lo he dicho todo, ni mucho menos, pero lo voy a dejar aquí.
1 comentario:
Yo tampoco le veo sentido a que los comics en lugar de utilizar más recursos utilicen cada vez menos, no solo las lineas cinéticas y las onomatopeyas, tambien los bocados de pensamiento y las situaciones "comiqueras". Muchos comics pijameros, por no hablar de los gafapas se han vuelto insoportables en su afán de pretender ser pelis de acción. Yo te maldigo Moore! Yo te maldigo Miller! Yo te maldigo Millar!
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