domingo, 29 de noviembre de 2009

Años 00: qué bonito eso del comic

Data Estel·lar algo ucrónica 20091129

Sí. Hoy es uno de esos días.

Y me toca hacer un mensaje. Por si alguien sigue estos mensajes cuyo título van precedidos por el "Años"+cifras de una decada, debo decir que me estoy retrasando porque no doy abasto con otras tareas, que me falta tiempo para documentarme, a mí manera, sobre un acontecimiento de una historieta de tal década de forma que quede un artículo que yo leería, lo que no quiere decir que sea bueno, sino que sería el que yo leería. Pero era un riesgo que existía desde que comencé a realizar esta serie.

El mismo riesgo que el de la disparidad de objetivos, que si un repaso histórico de los comics eligiendo uno por década, que lo sería por algún rasgo puramente personal, evitando los títulos que se suelen citar... y por eso lo asocié a sensaciones...

Y de sensaciones va este mensaje de hoy.

Durante la década 00 (cero-cero, cerontas, años dos mil, primera década del siglo XXI), nos encontramos ante una dualidad (hum... mis dualidades suelen tener tres bifurcaciones... ya veremos a dónde llegamos) . Por un lado, existe una crisis de la historieta, histórica desde los años 80 en España, creciente desde la llegada de los mangas en Europa en los 90 y de sistemas de distribución (¿dónde venderlos y cuántos?) en Estados Unidos desde inicios de los 00.

Pero, a la vez, y en el consabido marco de justificaciones que proceden desde los años 70, como que la culpa es "de la tele", "del vídeo", "de los vídeojuegos" o "de Internet" y que por eso se leen menos tebeos, o se venden/compran menos comics... a la vez, digo, tenemos una de las mayores presencias de personajes, series, situaciones y recursos estilísticos del comic en cualesquiera otros medios de comunicación y expresión. Sea en publicidad, sea en las pantallas de los móviles, en la presentación de soluciones informáticas (las soluciones informáticas son aquéllas que suelen crear problemas a sus usuarios), en montones de aplicaciones via web, en el sector educativo... en vídeojuegos, series de la tele o películas de animación o de imagen real. En todos estos campos y muchos más (ropa, por ejemplo), enemigos de la lectura de tebeos, sus características y marcas se han incorporado como factores de éxito.

Puedo hacer un ejercicio que a veces me llama la atención. Mirar la programación televisiva y enumerar series basadas en tebeos o vinculadas a ellos de alguna manera. Sin esforzarme, me salen desde Walter Melon (basada de lejos en Acchille Talon, personaje francobelga) a Smallville (una serie que dan a todas horas en la tele; supuestamente es sobre Superboy pero no lo he visto nunca; es más bien 90210 Sensación de Kriptonear). Películas como Persépolis, Constantine (en la tele un sábado por la noche) o Superman IV a la mañana siguiente. O personajes como Ben10, que no sé si salen de los comics pero los tienen y cuya presencia de agente secreto medio superhéroe adolescente debe mucho a las historietas.

Surgen nuevos estilos, lo que "comúnmente se denomina novela gráfica" en un acto de marketing brutal que intenta poner bajo palio intelectualoide a comics autoconclusivos a veces de centenares de páginas sobre un hecho autobiográfico y destinado a un mercado adulto que necesita que le digan que es culto cada dos por tres.

En otro orden de cosas, y hablo por el caso español, se hacen desde series de sellos (moneda oficial; id a pagar la gasolina con sellos) hasta Premios Nacionales de Comic. Y una efervescencia de autores.

Aunque lo hago para demostrar que me lo he leído, no es necesario recurrir a Scott Mc Cloud para atribuira Internet una solución al tema de la voluntad de dibujar y la imposibilidad de publicar. Ahora, más que nunca, los fanzines (publicaciones realizadas por fans), convertidos en e-zines (publicaciones electrónicas vía webs) son más presentes que nunca, más accesibles que nunca. Y los autores que intentan promocionarse para profesionarlizarse tienen herramientas como las webs personales, o los blogs, para publicar sus muestras, workinprogress o cualquiere que sea el palabro anglomorfo que utilicen. Y eso sirve para añadir más información a aquellos lectores que quieren más: alguna ilustración sobre bocetos, textos sobre aquellos personajes desarrollados en tal obra o sobre nuevos proyectos. La relación entre autor y lector puede ser mayor que nunca, y no digo que siempre lo sea efectivamente ni que haya de serlo desiderativamente.

Así pues, los tebeos o sus recursos estilísticos (véase cualquier libro de texto o cualquier web educativa) se han desparramado.

Y ahora viene la parte de las sensaciones. Si surge el tema de los tebeos con la gente, es muy probable que te digan, o a mí me pasa, que lo miren con simpatía: "qué bonito eso del comic" es una expresión de resumen. Indica muchas cosas. Sobretodo un conocimiento limitado, puesto que, tal vez, si lo conocieran no les parecería tan bonito eso del comic ni muchos comics, que están hechos para no ser considerados "bonitos". Es posible que el interlocutor señale cuatro o cinco personajes icónicos o alguno sorprendete; y que diga sin tapujos que él nunca los ha leído. Pero indica también un "no rechazo", y eso es importante.

Y este artículo acabaría aquí porque lo tiene que completar el lector.

Mi experiencia es que casi nunca me he encontrado con ese rechazo del que tanto he leído sobre hordas bárbaras bramando que los tebeos son malos, que son infantiles (en un sentido peyorativo; sí lo he oído pero un sentido positivo del "qué bonito"). Tampoco actualmente los medios de comunicación odian los tebeos. De hecho, me cuesta creer que ese estereotipo sea cierto, puesto que -Estados Unidos y los syndicates- la prensa escrita ha vivido de los tebeos, y la tele y el cine han hecho uso habitual. E incluso la radio (Llanero Solitario; Diego Valor, y otros personajes que iban y volvían de la radio al tebeo).

Así pues, reflexionad: hoy estamos en el momento de mayor aceptación general, social e institucional de la historieta, pese a que las cifras de lectores sean menores que en otras ocasiones. Eso se palpa: muchos tebeos sólo se pueden comentar por Internet y no en el entorno habitual, pero eso también pasa con muchos productos, culturales o comestibles; no todo el mundo come aceite con denominación de origen y es inútil hablar sobre ello a quien sólo busca el precio barato del aceite o quien apenas utiliza aceites o grasas en su cocina; el mundo es muy amplio y el postfordismo ha segmentado a los consumidores en muchos ámbitos, también en el comic.

Y volved a reflexionar: ¿os habéis encontrado, a lo largo de los años, con frecuencia en situaciones que fueran contra los tebeos o en entornos que odiaran el comic como algo realmente negativo? Y no hablo de "indiferencia" (todos somos indiferentes a muchas actividades) y no hablo de "una vez me pasó esto" sino de un hábito personal, familiar, social, promovido por los medios de comunicación...

1 comentario:

Unknown dijo...

En general lo unico que he acostumbrado ver es una subvaloracion. Por ejemplo, entre los estudiantes y profesores de arte esta la costumbre de verlo como algo "menor"